miércoles, 13 de abril de 2011

Las emociones de los entrenadores afectan al rendimiento de los jugadores?

                                                                                                                  Por Ed Garret


     Las emociones del entrenador son poderosas. Ellas pueden ser la fuerza conductora detrás de un peloteo ganador, o la fuerza destructiva de la cohesividad del equipo. De una u otra manera, lo que nosotros hagamos o digamos como entrenadores, se propaga al equipo. Los jugadores dependen de cada palabra del entrenador en un esfuerzo por obtener respuestas - o por lo menos eso es lo que creemos. Sin embargo, muy a menudo, nosotros no nos tomamos el tiempo para censurarnos o mirar los ejemplos que les estamos poniendo a nuestros atletas; el viejo adagio, “haz lo que digo, no lo que hago” prueba ser muy útil en este caso. El atleta promedio puede no estar capacitado para calcular su porcentaje de ataque, pero si tiene la asombrosa habilidad para ver a través de cualquier acto del entrenador, como si nosotros estuviésemos en una sola dimensión. Conducir un equipo es una calle de doble sentido; nosotros aprendemos de nuestros jugadores y ellos aprenden de nosotros. Fuera de la cancha, nosotros pasamos nuestro tiempo armando el equipo con metas bien altas y emotivas sin detenernos a pensar como nuestras emociones en el partido afectan al rendimiento del jugador.
     Emoción, como lo define el Diccionario Universitario Webster, es “1 a: DISTURBIO, ALTERACIÓN b: EXCITACIÓN, ENTUSIASMO.” Cuál de los dos es usted? Es usted un “alterador” para su equipo con sus miradas negativas en cada error de saque o con una falta de control sobre sus emociones? O, usted es un “excitador” para su equipo, festejando cada punto y celebrando cada intento realizado con esfuerzo? Es irónico que las dos palabras usadas para describir emoción son las dos cosas que están relacionadas con un reciente estudio con respecto a la manera en que se conducen los entrenadores. La mayoría de los entrenadores ni siquiera se dan cuenta que sus emociones están causando problemas, hasta que un día comienzan a notar que el equipo no responde igual. La mayoría de las veces, los atletas se sienten demasiado intimidados de decirle algo al entrenador por miedo a las represalias. Como resultado, el entrenador puede perder el control del equipo.
     En 1979, un estudio fue conducido por Smith, Smoll y Curtis usando un método de testeo de campo denominado Sistema de Evaluación de la Conducta del Entrenador (SECE). Esta evaluación fue realizada a 51 entrenadores de Pequeñas Ligas de béisbol, con el objetivo de observar la conducta de los entrenadores hacia sus atletas durante la competencia. Las percepciones del jugador fueron determinadas a través de entrevistas personales, utilizando 12 categorías del SECE como guía. Finalizados los resultados del estudio, los entrenadores de las Pequeñas Ligas fueron expuestos a un programa de entrenamiento de pre temporada, diseñado para ayudarlos a relacionarse más efectivamente con atletas jóvenes. Luego de la temporada, esos jugadores que habían sido asociados con un entrenador del SECE, evaluaron a ese entrenador y al clima interpersonal del equipo más positivamente. Con el estudio del SECE en mente, fue creada un encuesta para los mismos tipos de conceptos para hacerlo en forma específica en el voleibol. Esto condujo el interés en averiguar como la población más antigua del deporte - los atletas universitarios - se sentían acerca de la manera en que los entrenadores demostraban sus emociones.
     Primero, fue establecida una hipótesis. “Es una creencia del autor que los resultados demostrarán que cuando las emociones del entrenador se tornan negativas, el atleta se sentirá menos dispuesto a realizar la tarea siguiente, como resultado de la tensión extra sobre el equipo”. Segundo, una encuesta fue distribuida a 200 atletas de voleibol, las cuales representaban una mezcla de cada nivel del voleibol universitario. Durante el proceso, a las atletas nunca se les mencionó la hipótesis. A las atletas también se les aseguró que sus entrenadores no revisarían las respuestas por ellas dadas. Esto ayudaba en la honestidad de las respuestas. Las preguntas constaban de dos categorías: las emociones positivas y negativas del entrenador. Los resultados pueden ser hallados en la Tabla 1.



Tabla 1

Con respecto a la excitabilidad del entrenador:
·       El 66 % sintió que las emociones del entrenador jugaron un papel primordial en la victoria o derrota del equipo.
·       El 91 % se sintió motivado al ver a su entrenador excitado.
·       El 69 % sintió que si su entrenador se excitaba más durante el juego, pensaban que ayudaría al equipo a querer tener éxito.
·       El 70 % pensó que su entrenador pudo haber hecho un mejor trabajo mostrándole su excitación al equipo.


     Estas respuestas nos sugieren que como entrenadores, nosotros necesitamos esperar la misma energía de nosotros mismos como la que nosotros le pedimos a nuestros atletas. Con el 69 % de los atletas diciendo que ellos sienten que le ayudaría al equipo a querer triunfar si el entrenador se excitase más, entonces nos deberíamos tomar el tiempo para pensar acerca de lo que nosotros hacemos durante los partidos. En la práctica, el entrenador tiene la chance de enseñar; en un partido, sin embargo, el entrenador tiene la chance de alentar. Entonces hable alto! A veces cuando usted juega de visitante, usted es la única hinchada que tiene el equipo. Hágale saber a los jugadores que usted está haciendo más que estar sentado ahí esperando a que se equivoquen. Fije los parámetros del nivel de excitación. Los jugadores al final del banco no deberían ser los únicos diciendo, “Buen trabajo”, “Vamos!” Trate de decir al menos dos cosas a cada atleta durante la competición. Las reafirmaciones positivas siempre resultan ser contagiosas.
     El interés debería abundar más allá de los resultados encontrados en la Tabla 2. Primero, 138 de 200 altletas encuestados sintió que el entrenador estaba haciendo más daño que bien al equipo enojándose. Que nos está diciendo esto acerca del profesionalismo? El factor indiscutido de estos números es que no son inventados. Estos provienen de los jugadores parados en la cancha. Esto no es para sugerir que todos los entrenadores comiencen a tomar clases de “voz melódica” para poder ponernos “en contacto” con nuestros sentimientos. Nosotros somos entrenadores! Parte del trabajo del entrenador es mostrar emociones. De vez en cuando, necesitamos usar un tono de voz severo para dejar en claro algo, pero necesitamos decir cosas para ayudar a los atletas a entender y mejorar.
    
Tabla 2

Con respecto a la negatividad del entrenador:

·       El 56 % sintió que el equipo jugó peor cuando el entrenador se enojó.
·       El 52 % sintió que el entrenador dejó de hablarle al equipo cuando se enojó.
·       El 69 % sintió que ellos pudieron sentir la tensión en el equipo cuando el entrenador se enojó.


     Incluido en cada categoría de la encuesta, se les dio a los atletas la chance de contestar preguntas para desarrollar, posibilitándoles describir, con sus propias palabras, las emociones personales de sus entrenadores. Permitiéndole a los atletas expresar sus opiniones, estábamos capacitados a concluir en respuestas más sinceras. La Figura 1 muestra la respuesta a la pregunta, “Cual es la seña que te indica que tu entrenador está enojado?”.

Figura 1 (torta)
Tira cosas 16 %
Insultos 4 %
Expresiones faciales 10 %
“La mirada” 11 %
Gritos 27 %
No mira a los jugadores 6 %
Falta de reafirmaciones positivas 5 %
Se pasa los dedos por el cabello 4 %
Deja de hablarle a los jugadores 17 %
     El porcentaje de “Gritos” habla por si mismo. (Si la compañía Vicks Chloraseptic era inteligente, hubiese comenzado a patrocinar a los entrenadores. Nosotros más que nadie usamos sus productos para curar nuestras gargantas destruidas.) Otro asunto encontrado con respecto a la profesión de entrenador fue indicada por los segundos y terceros porcentajes más altos: “dejar de hablarle a los jugadores” y “tirar cosas” (la mayoría de las cosas mencionadas fueron tablas de entrenador).
     La idea más importante para todos los entrenadores de voleibol es el porcentaje de atletas que pusieron en la lista “dejan de hablar a los jugadores”. Los entrenadores nunca deberían cortar la comunicación entren ellos y el equipo. Para que siquiera entrar al gimnasio si usted no va intentar ayudar a sus atletas? Nosotros le pedimos continuamente a nuestros jugadores que mantengan el nivel de comunicación fluido todo el tiempo. Entonces por que cuando un atleta comete un error nosotros le damos la espalda? Un entrenador conocedor debería saber que en ese preciso momento es cuando el atleta más necesita de las palabras de aliento para seguir esforzándose.
     Lanzar tablas de entrenador por disgusto o frustración demuestra una falta total de autocontrol. Como entrenador, usted quiere mantener a los jugadores concentrados en el juego. Que pasa en ese instante que la tabla del entrenador golpea el piso? El equipo entero se desconcentró del partido y ahora están tratando de adivinar a quien le gritará la próxima vez. En un juego parejo, eso es lo último que usted le quisiera hacer a su equipo. Un control de emociones podría prevenir en primer lugar que la tabla de entrenador nunca toque el piso. Bobby Bowden, afamado entrenador de fútbol americano, en el libro titulado Guía para una Conducción Efectiva, establece sus cinco reglas para ser un entrenador exitoso. La Regla No. 4 posee mucha significancia para este artículo, nuestra profesión y el control de nuestras emociones: “Trata a los niños, como te tratarías a ti mismo”.
     Si todos nosotros tratáramos a nuestro atletas como si ellos fuesen nuestros propios hijos, la unión del equipo reflejaría las emociones positivas del entrenador en pos de su liderazgo. Además, no podemos pensar dos veces antes de arrojar la tabla de entrenador?.


Conclusión

     A veces, en nuestras aceleradas carreras de entrenador, no nos detenemos para tomarnos el tiempo para oler las rosas. Nosotros les permitimos a nuestras emociones sorprendernos por las victorias o derrotas o quienes están en los primeros 25 puestos. Antes de darnos cuenta, hemos alejado nuestra mente de la razón real por la cual tomamos este trabajo de entrenador - para ayudar a los atletas. Desafortunadamente, se probó que la hipótesis era correcta. Las emociones negativas pueden tener un efecto desastroso en el rendimiento del equipo. Es importante que los entrenadores tengan la capacidad de controlar las emociones. Nunca les permita meterse entre el atleta y el juego. Esfuercese por ser el líder emocional que su equipo está buscando. Mientras más reafirmaciones positivas, mejor. Las emociones de un entrenador pueden ser poderosas, y si son conducidas correctamente, pueden ayudar a los atletas a lograr sus objetivos.

(foto del autor)
Ed Garret es el entrenador asistente del equipo de voleibol femenino de la Universidad del Norte de Florida.


Referencias

Cox, Richard. (1994). Psicología Deportiva: Conceptos y Aplicaciones, 3* edición. Dubuque, Iowa: Publicación Brown &          Benchmark.
Jones, Billie, Janet Wells, Rachael Peters y Dewayne Johnson. (1988). Guía para una eficaz conducción: Principios y            Prácticas, 3* edición. Dubuque, Iowa: Publicación Brown & Benchmark.


Traducido por: Horacio Calabrese; Profesor de Educación Física y Entrenador de Voleibol. Buenos Aires, 21/05/99.

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